martes, 15 de febrero de 2011

LA TABERNA DE MHOY

Muy cerca de aquí, en una calle no tan importante del centro de Monterrey, está la taberna de Mhoy. Es un lugar típico en el que se sirve muy bien, se la pasa uno a gusto, conversando o comiendo.
El ambiente es tranquilo, puedes ver todo tipo de personas de cualquier facha, y estatus social, pero al entrar en la taberna, hasta el más broncudo se amansa, hasta el más miope se vuelve un intelectual, hasta el más burócrata se convierte en crítico de arte.
Toda la semana es más bien un lugar solitario en donde podrás ver alguna pareja de novios que van a tomar un café o unas galletas, también los muchachos que por las tardes y durante décadas, sin poder faltar, se reúnen para jugar dominó mientras saborean un delicioso y fresco jugo de granada. Es un lugar en donde puedes escapar del bullicio en pleno centro de la ciudad.
Pero los jueves por la noche ocurre algo especial, diferente, es algo conocido solo por unos cuantos, y hasta hoy no había sido posible comentarlo a la gente, por que el tabernero Mhoy, teme represalias, no de las autoridades, (aunque es posible, solo posible, que existan sustancias muy bien aceptadas, pero no reconocidas por nuestro cuerpo policiaco, dentro de la taberna), tampoco teme represalias de la gente, de la sociedad regia, que sabemos de antemano, que es muy apegada a las normas que rigen la moral y la conservación. A lo que le teme Mhoy, y debo confesar que yo también, es a la reacción que puedan tener algunos de los asistentes a “la sesión de los jueves”, no por que se conozca su identidad, ya que, salvo algunos pocos, la gran mayoría, no son conocidos en este lado del mundo, sino por la solemnidad de sus reuniones y las historias que en ellas se cuentan. No son relatos secretos ni tampoco intentos de insurgencia reprimida, más bien son historias anecdóticas, vivencias, archivos ancestrales, o simples comentarios que son tan variados y tan poco comunes, como los seres que los cuentan. Así que, después de platicarlo con Mhoy, y de exponer mi caso ante los asistentes de los jueves, solo obtuve la concesión de contarlo a mis amigos.
Entonces pues, les voy a contar mi historia, pero advierto, algunas situaciones resultarán inverosímiles, otras solo un poco descabelladas, hasta hoy solo tengo permiso de relatar mi historia personal, tal vez en un futuro podré contar algunas otras, pero ahora van a saber ustedes como di un día jueves con la taberna de Mhoy.